jueves, 8 de febrero de 2024

A momentary lapse of reason (1987) de PINK FLOYD

     Esta absoluta obra maestra de los británicos, y míticos ya, Pink Floyd fue su decimotercer álbum de estudio. Corría el año 1987 y en un entorno musical internacional repleto de cientos de nuevos artistas haciéndose un hueco en el mercado discográfico, y también de otros artistas ya consagrados, como es el caso, este disco de Pink Floyd de título 'A momentary lapse of reason' (1987) logró el tercer puesto en las listas de discos, tanto británica como estadounidense, más vendidos de aquel año. Llegando también al puesto número 2  en las listas Noruega y Suiza respectivamente.

    En cuanto a mí se refiere... Pink Floyd no entraban por aquel entonces año 1987 en mis objetivos musicales ni por asomo. Como he comentado en anteriores post, mis energías se concentraban en adquirir discos, sobre todo, de música tecno-pop, electrónica y pop en general. Por lo que descartaba totalmente meterme a descubrir otros estilos, más alejados de músicas donde el protagonismo residía en elementos electrónicos puros y duros. Tampoco me supuso ningún trauma ni nada parecido. Desde hace unos años, y gracias a la madurez musical desarrollada, me voy dedicando a ir descubriendo y ampliando poco a poco otros estilos de canciones y temas musicales. Así que aprovecho para disfrutar parte de mi tiempo escuchando antiguos discos.

    De Pink Floyd, tan solo conocía el disco 'The Wall' (1979) el cual solíamos escuchar mi amigo Gonzalo y yo. Cuya canción 'Another brick in the world' sí puedo decir que me atraía casi poderosamente, aunque eso sí, pocas canciones más me gustaban del disco en cuestión. Obviamente tuvieron que transcurrir varios años para poder comprender y apreciar toda la calidad artística de esta gloriosa banda británica de rock-sinfónico, o más bien de un estilo rock con tintes electrónicos, cercanos a un rock-pop siempre tremendamente moderno e innovador; y alabar así la magnificencia de este impresionante disco 'A momentary lapse of reason' (1987) que hoy toca comentar.

    Los principales componentes de Pink Floyd en la grabación de este álbum, solo fueron David Gilmour, encargado de la voz, las guitarras, los teclados y los secuenciadores; y Nick Mason, encargado de la batería, la percusión, la caja de ritmos y los efectos de sonido. Solo ambos, aparecieron en los créditos como miembros oficiales del grupo; lo cual ocurrió únicamente en este disco. Si bien es cierto que intervinieron otros músicos destacados, como por ejemplo: Richard Wright a los teclados; Bob Ezrin a los teclados, la percusión y los secuenciadores; Tony Levin al bajo y al chapman stick (otra clase de bajo); Tom Scott a los saxofones; Patrick Leonard a los sintetizadores; Bill Payne al órgano Hammond, y Michael Landau a la guitarra. Con este plantel de grandes músicos, se logró grabar este admirable trabajo musical de Pink Floyd, de tremenda calidad en todos los aspectos.

    A pesar de no tener asociada ninguna experiencia emotiva-personal a este formidable disco, me parece importante dedicarle un buen post en donde alabar a gusto toda la majestuosidad impresa en cada tema musical que lo compone. He de confesar que tan solo lo he podido escuchar unas pocas veces; pero estoy convencido que el número de escuchas irá subiendo poco a poco, llegando a colocarse en muy buena posición dentro de un tiempo.

    Aún siendo una mezcla de estilos pop y rock-sinfónico, el añadido de los elementos electrónicos supone para mí, un aliciente verdaderamente importante. La calidad técnica y musical se impone a la hora de calificar el disco, de ahí mi consideración a elevarlo como un álbum maravilloso sin lugar a dudas. Me resulta encantador el amplio abanico de sensaciones que experimento al escuchar todo el conjunto de canciones y temas, por cierto magníficamente bien interpretados.

    Es el sonido, ese sonido marca de la casa, el que más me llama la atención. Un disco milimétricamente calculado y ejecutado. Como digo: una obra maestra del rock-pop de los 80  que ya me impresionó la primera vez que lo escuché (algo parecido a lo que me ocurrió en su día al descubrir la discografía de David Bowie) y he decir que me sorprendieron ciertos temas de corte más comercial si cabe. Me sorprendieron para bien, por supuesto.

    Las canciones que más me gustan a día de hoy son:

    'Sorrow', 'On the turning away', 'Yet another movie', 'The dog of war', 'Learning to fly' y 'Terminal frost'

    Me llama la atención el cambio tan fuerte que se produce al pasar del poderío musical 'The dog of war', canción eminentemente rockera, al encantador tema 'On the turning away', una canción en su primera parte sobre todo, más cercana a la balada estilo pop, pero que el tramo final refleja, con el solo de guitarra eléctrica (a cargo del maestro David Gilmour), esa magia que Pink Floyd llevan acuñando desde hace muchos años.

    No sé cómo explicarlo, pero en este 'A moment lapse of reason' (1987) Pink Floyd hacen gala de un sonido tan perfectamente desarrollado que me transporta a otro nivel de sensaciones. Una joya del pop-rock más vanguardista de todos los tiempos. No sé que os parece a vosotros; ya me contaréis. Escuchadlo en cuanto podáis; y sobre todo escuchadlo con calma, intentando analizar la magnitud sonora de todo el conjunto de canciones.

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